Calígula
Entrevista previa a la presentación del montaje
El ejercicio del poder
Alejandro López
“Potencia… justificación… permiso… vigor… verdad… poder…” son algunas de las palabras que se proyectan en el ciclorama en preparación de la audiencia para lo que sucederá en escena, pues la política, el ejercicio del poder y cuestionamientos sobre la existencia misma se ponen sobre la mesa para ser pensados. Adaptada y dirigida por Emanuel Anguiano, con Rosa María Rojas, Tere Medellín, Morena González y Liliana Cruz, la compañía REAP Films de Nuevo León, presentó en el Teatro Degollado su versión de Calígula.
La trama gira en torno a Cayo (Calígula), un prometedor político que tras la pérdida de un amigo cercano concluye que “Las personas mueren y no son felices”. Con esta idea en la cabeza y siendo ya Presidente, cree que puede transformar el mal estado de la sociedad. Toma decisiones que el sentido común consideraría descabelladas, para él, en su falsa lucidez, se perfilan como agentes para el bienestar y la tranquilidad de la población. Con el paso del tiempo los buenos propósitos se van transformando en órdenes y mandatos que van alejando a su gabinete --la primera dama, la jefa de gobierno, su vocera y la general del Ejército--, al Congreso y al pueblo mismo. Tras aumentar los impuestos, eliminar programas y apoyos para la salud pública, la educación y la cultura, enjuicia, encarcela y asesina a quienes cree que pueden traicionarlo. Embriagado de falsa grandeza afirma “El mundo como es no me parece soportable” y se autonombra Emperador para terminar proclamándose Dios.
Ciego ante el descontento entre el pueblo y sus antiguos seguidores, Cayo no se percata de la conspiración en contra suya y sigue convencido de su misión para lograr cambios tan profundos que “Entonces las personas no morirán y serán felices”
Al ser la política el eje central de esta historia, es inevitable la comparativa entre la ficción presentada y los gobiernos actuales, y anteriores, en nuestro país. No obstante, la universalidad del tema puede posicionar la situación en muchos otros momentos históricos. Esta idea se refuerza con los videos proyectados con imágenes de John F. Kennedy, Maduro, Bolsonaro, Trump y hasta Hitler, entremezcladas con secuencias de desfiles, marchas, protestas, enfrentamientos y luchas armadas como resonancia de lo que sucede en el país. Los momentos cómicos que rompen con la seriedad del tema, como ver al emperador ataviado con una enorme capa roja bailando reggaetón, permite respiros a la audiencia y digerir la rudeza de lo que ve en escena.
En la obra se ve reflejada la ambición de un individuo que puede representar a cualquiera que tenga el poder suficiente. Si éste es mal empleado, una persona honesta y justa terminaría transformada en tirana, pues de acuerdo con Camus “El poder es una droga”, que corrompe al individuo al extremo de impedir ver a los demás como sus iguales. Para estos perfiles de personalidad “el poder es un instrumento”, sin importar la integridad y los derechos de los demás. También se plantea la idea de que “El verdadero enemigo, es nuestra condición”, pues dentro de tod_s existe la potencialidad de convertirnos en monstru_s, si las condiciones y el ambiente lo propician.
El montaje surge a partir de una convocatoria realizada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, para desarrollar obras con base en títulos específicos, entre los que se encontraba Calígula, del filósofo francés Albert Camus. Bajo dicha encomienda, Emanuel Aguilar, director de la puesta en escena, adaptó el texto para traerlo a un contexto contemporáneo, que bien podría ser el México del 2023 o los Estados Unidos en el 2020.
Esta obra es un homenaje a Gerardo Dávila, destacado actor, director y maestro de teatro de varias generaciones en Monterrey, además de pieza medular del proyecto durante su primera etapa. Tras su fallecimiento durante el proceso de montaje, la compañía decidió honrar su legado y su memoria.
Este suceso llevó a mutar la concepción inicial del montaje, para dar paso a uno de los elementos de mayor juego en la propuesta. Las cuatro actrices se ven en la necesidad de asumir el personaje de Calígula durante diferentes momentos de la trama, un enorme desafío que enfrentan con plenas capacidades. Al cambiar de personaje modifican con fluidez e imaginación su lenguaje corporal, la forma de hablar y expresarse, con la eficiencia y el brillo que brindan el compromiso y la experiencia sobre el escenario.
El diseño escénico de Emanuel Anguiano e Israel de Santiago delimita el espacio en tres áreas: al centro un gran recuadro rojo, donde se encuentra una larga mesa con tres niveles, uno más alto que los otros, que se aprovechan para ilustrar la posición de poder de los personajes. Al fondo figura una plataforma con un micrófono que delimita el espacio de los congresistas, aislados de Calígula. Finalmente, a los laterales, hay dos espacios donde se encuentran unas bancas que sirven de descanso para los momentos en que las actrices no interactúan, así como para colocar los elementos de utilería y vestuario que irán utilizando.
El vestuario es clave: indica cuándo una de las actrices ha tomado el papel de Calígula. Consiste en un saco o túnica negra, atravesado por una banda dorada. Es significativa la decisión de utilizar una prenda cuyas mangas quedarán grandes a una de las actrices, pues el mismo nombre de Calígula hace referencia a “Sandalias pequeñas”, lo que da a entender que el puesto le quedó demasiado grande al protagonista tirano.
El uso del espacio fue uno de los elementos que jugaron en favor de la puesta, al emplear el área de butacas para integrar la audiencia y hacerle sentir parte de la historia. Esto, además, coadyuvó a que las voces de las actrices tuvieran mayor relieve, ya que la acústica no resulta la óptima. La iluminación a cargo de Gerardo Valdez, aprovechó los frescos del recinto para ilustrar una metáfora al inicio de la obra, que augura los anhelos del protagonista de convertirse en Dios, al iluminar el recuadro de Zeus en el arco del proscenio.
Calígula, se presentó como una importante pieza dentro de la 43 Muestra Nacional de Teatro, pues fue de las pocas elegidas para utilizar el Degollado, recinto de mayor tradición de la ciudad. ¿Qué implicaciones trae consigo el uso de este espacio, a la luz del contundente mensaje político de la obra? Me parece muy pertinente que desde el teatro se generen espacios de reflexión en torno de las formas de gobierno de nuestro país. Es indispensable mantener una postura crítica respecto a las acciones tomadas desde las instituciones. Los recortes al presupuesto de cultura no son suficientes para callar las voces disidentes, que hacemos del teatro un lugar de encuentro, pero también de acción y resistencia.
Dramaturgia: Emanuel Anguiano (Con base en Albert Camus)
Dirección: Emanuel Anguiano
Elenco: Rosa María Rojas, Tere Medellín, Morena González y Liliana Cruz
Escenografía: Emanuel Anguiano, Israel de Santiago
Iluminación: Gerardo Valdez
Vestuario: Yesenia Guevara
Sonido/Música: Julián Guajardo
Teatro Degollado
Martes 13 de noviembre
90 min.
Fotografías de Enrique Gorostieta y Raúl Kigra