Des/Territorios
(Sustratos escénicos)
Entrevista previa a la presentación del montaje
Enunciar lo colectivo desde lo individual y los afectos
Mauro Marines
Lo desierto, según la RAE, significa “despoblado, solo, inhabitado”. Pero el desierto como lugar está lleno: de vida, de arena, de aire o de silencio. Habitarlo puede ser un reto. Quien lo hace está consciente de sus inclemencias y bondades y, aún así, la duda surge y resurge. Entonces es necesario recorrer el paisaje, las memorias, las perspectivas, para encontrar los afectos que unen al ser con esa supuesta nada.
Seis artistas de Coahuila realizaron en acompañamiento la exploración teatral en la que Des/Territorios (Sustratos escénicos), un montaje del Laboratorio de Creación Coahuila, propició el intercambio entre tres creadoras de Torreón, dos de Saltillo y una de San Pedro de las Colonias.
Su colaboración —más de un año de trabajo y cercanía y alrededor de siete meses entre el inicio del proyecto y su estreno oficial en marzo— generó un dispositivo cuyo punto de partida es el recorrido, para entregar en su última parada una aproximación a los límites de estas identidades, cargada de emociones y significado para quienes son del norte del país y que buscó resonar con otros contextos en sus tres funciones en el Laboratorio Artes Variedades LARVA de Guadalajara, en el marco de la 43 Muestra Nacional de Teatro.
Cada una de las seis estaciones —excepto la proyección de video introductoria con referencias a lo que se presenciaría— queda a cargo de las integrantes de manera individual. Pero su creación es resultado de un proceso colectivo y horizontal, guiado por Mariana García Franco y Malcom Vargas, directores de escena y visual, respectivamente.
El viaje se desarrolla en la caja negra, que se abre como una insondable penumbra, similar a la del desierto en días sin luna, pero iluminada en los trayectos entre las escenas con lámparas por las performers. Mace Medina recibe a l_s asistentes sobre un recuadro de arena. Ahí comparte las entradas de una bitácora, la cual narra sus encuentros por el territorio, atravesados por nuevas amistades, viejos recuerdos y heridas latentes, mientras descubre entre la tierra objetos que simbolizan tales eventos y los destaca dibujando en el suelo con una vara.
Luego de que Mace proyectara con sombras un horizonte de cactáceas frente a un video del paisaje desértico, el público fue dirigido, de manera ordenada y amable hacia el extremo opuesto de la oscura galería. Ahí esperaba el modelo de una carretera estatal, visible gracias a pequeñas luces y con capillas de cerámica a cada lado, así como un par de cerros distribuidos a lo largo de la ruta. En este punto Dalila González recordó a la Caravana del Hambre de 1963, donde más de 200 mujeres partieron de San Pedro de las Colonias rumbo a la capital del país para pedirle al entonces presidente Adolfo López Mateos apoyo para resolver la crisis alimentaria que estaban padeciendo.
Este hecho lo intersecta con las cruces y altares que l_s familiares de personas fallecidas en accidentes automovilísticos colocan junto al camino, para hablar de los trayectos geográficos y genealógicos de las mujeres que han recorrido esos caminos y las violencias que han marcado la historia de la región, de las que han salido adelante.
En la siguiente estación una serie de fotografías de personas parece aludir a esa imagen grabada con fuego en el imaginario colectivo mexicano. Pero Andrea Galindo trastocó tal preconcepción y aclaró con orgullo que no están desaparecidas, sino vivas, en Coahuila. Con un mapa del estado, repleto de latas de aluminio recortadas a modo de macetitas para cactáceas —similares a las que usó Medina en su momento—, pero con fotografías tipo Polaroid de distint_s habitantes de la entidad, así como de pequeñas luces, se resignifica tal símbolo. La activadora se apoya de una lámpara de mano suspendida para presentar a algunos de estos individuos —un par de ell_s relacionados con sus compañeras—, a quienes asocia con una especie nativa de estas plantas. A la par recuerda a su abuela, a su manera de referirse al cosmos y al cielo en el desierto.
A continuación, en medio de otro oasis de luz, Melissa Soto compartió, mientras tomaba café —sentada en un espacio de estilo vintage, con un sillón, televisión y lámpara antiguos— el conflicto identitario de algun_s saltillenses, a través de la técnica verbatim, con la que reverbalizó de manera respetuosa testimonios de habitantes y foráneos a la capital coahuilense respecto a la manera de ser de l_s primer_s y el trato que le dan a otr_s, entre posturas conservadoras, tímidas o retraídas.
Luego, se transmitió en vivo desde el lecho del río Nazas en Torreón, lo que Liliana Enríquez aprovechó para proponer una construcción desde los afectos. “¿Se le puede llamar río a un cauce seco?”, se pregunta, mientras explica el despojo de las empresas lecheras que provoca tal aridez.
Para finalizar, todas se reúnen a convivir, sentadas a la mesa de la última estación, con cerveza en mano, en una propuesta guiada por el último performer, Arnulfo Reveles. Al mismo tiempo se reproduce un audio, donde se les puede escuchar discutiendo las afectaciones que industrias como Lala y Peñoles han provocado en Torreón, al que reaccionan y previenen al público para que atienda frases puntuales —como el hecho de que Peñoles patrocinó la 42 MNT—, antes de concluir con la obra.
Por su naturaleza es difícil escribir sobre Des/Territorios de manera sintética, pues cada escena aporta para entender el panorama de lo que es Coahuila desde muy diferentes perspectivas. Aunque dichos momentos quedan a cargo de una persona y a primera vista parecen desconectados, la dramaturgia se trabajó en conjunto, lo cual hace que la voz individual se torne colectiva, dándole forma al paisaje.
La propuesta visual también contribuye a tal cohesión. La oscuridad aísla los seis episodios y acerca a la audiencia a sus protagonistas, mientras que la luz se convierte en guía, estrella, revelación, calor y hasta medio de comunicación, como con la transmisión en vivo.
Cada artista enuncia desde lo personal inquietudes, cuestionamientos a su identidad, afectos, comunidad, así como despojos y violencias que se comparten a nivel regional. Estas últimas, si bien no se pueden ignorar, pues también son parte de la realidad coahuilense, y son cuestionadas, tampoco llegan a ser representadas, en un ejercicio de distanciamiento con el reiterado bombardeo de las imágenes de la crueldad; “Pero de eso no hablaré hoy”, dice Liliana luego de mencionar que se encontró el cadáver de una mujer desaparecida en el lecho del río Nazas.
Y aunque el recorrido quedó un poco entorpecido por la ubicación del mapa de Coahuila con las fotografías/cactáceas en medio de la caja negra, además de que en las funciones posteriores se eliminó el recurso del audio en la última estación y su contenido pasó nuevamente a ser expresado por las intérpretes, como se planteó desde su estreno. Nada de esto fue obstáculo para emocionar a su audiencia.
Des/Territorios tuvo cuatro sedes. La primera fue el work in progress que compartieron durante la 42 Muestra Nacional de Teatro en el Canal de la Perla en Torreón; la segunda fue su estreno oficial en La Madriguera Casa del Adolescente en marzo, en Saltillo y la tercera en el marco de la Muestra Estatal de Teatro Coahuila 2023 —a un año del inicio del proyecto, en la MET del 2022— en el sótano del Museo de la Revolución, en la misma ciudad. Su presencia en la 43 MNT implica también su exposición a una audiencia no coahuilense y con ello el reto de resonar desde una voz local a otras latitudes. Si el público no miente, esto se logró. Una nueva versión comenzará a moverse por el mundo.
A José Vasconcelos se le atribuye alguna variación de la infame frase “donde termina la cultura, empieza la carne asada”, aforismo que ha estigmatizado al norte, al desierto y a sus habitantes. Pero donde algunas personas solo ven aridez, otras vemos el agua subyacente y la mano de quien nos la quiere arrebatar; donde muchas ven violencia, otras también encontramos resistencia; donde parece que no hay nada realmente se encuentra un universo.
Balas y espinas sobre la arena, cruces a los costados de la carretera, una cartografía estrellada, las voces de quienes cuestionan el modo de ser de una ciudad, el afecto que nombra algo que ya no es y la convivencia que reflexiona sobre la voracidad industrial, se presentan como luces en la oscuridad, en un recorrido hecho por quienes llaman al desierto su hogar.
Des/Territorios (Sustratos escénicos)
Dirección: Mariana García Franco
Dirección visual: Malcom Vargas
Creación y performance: Liliana Enríquez, Mace Medina, Andrea Galindo, Melissa Soto, Dalila González y Arnulfo Reveles
Video y multimedia: Vera Rivas
Intervenciones textuales: Misael Garrido
Diseño sonoro: Adair Vigil
14 de noviembre de 2023
Laboratorio Artes Variedades LARVA
60 minutos
Fotografías de Danaé Kotsiras y Enrique Gorostieta