Raro
Una mirada desde lo invisible 

Entrevista previa a la presentación del montaje

Cuerpos raros, cuerpos libres

Carlos López Díaz

Como sociedad, tenemos un compromiso pendiente con el reconocimiento a la libertad y dignidad de las personas con diversidad funcional. El acceso a los espacios de convivencia social (públicos y privados) sigue siendo complicado y no solo en términos de infraestructura sino también de integración social. Esto incluye los sitios de convivencia personal, donde no estamos acostumbrados a interactuar con personas con diversidad funcional. Tampoco se reconoce su derecho y capacidad de establecer relaciones sexoafectivas.

Raro, del colectivo Pies Hinchados, nos presenta algunas de las dificultades que atraviesan las personas con diversidad funcional en la concepción de su cuerpo como objeto deseado/deseante, la forma de interactuar afectivamente con otrxs y las barreras familares para habitar su sexualidad. La propuesta se apropia del concepto de la rareza para mostrarnos lo cotidiano que puede ser lo raro. En su elenco y en el acompañamiento musical en vivo, la puesta en escena incluye a personas con alguna diversidad funcional, ya sea usuarixs de sillas de ruedas, personas con trisomía 21, personas neurodivergentes o personas sordas.

El escenario se llena con cuerpos que se salen del canon de forma y belleza humanas. Vemos colgados del techo piernas, torsos y cabezas junto con ropa interior beige, decorada con tonos rojos. Desde el inicio sabemos que lo raro será la norma en esta obra. Aparece de pronto sobre las tablas, en una cierta penumbra, una figura difícil de definir, que avanza desde un extremo, en diagonal hacia el frente. Piernas, brazos, torsos. Pronto se hace posible distinguir que la figura se compone de los cuerpos de lxs cinco integrantes del elenco, ataviadxs con enterizos de color beige y mostaza, que contienen aplicaciones de encaje y pedrería en rojo. Portan diferentes máscaras: unas alargadas con nariz puntiaguda, otras más redondas y con la nariz en forma de berenjena, otras tristes, otras con cara de sorpresa.

Estos cuerpos chocan entre ellos, se pelean por una silla de ruedas, se tocan, interactúan. Mientras esto sucede, en la parte posterior del escenario está la banda que ejecuta la música en vivo, una mezcla de sonidos electrónicos con folk y que se convierte en una guía para las acciones que ocurren en escena.

La presencia de estos cuerpos es inusual en el teatro y cuando son incluidos pocas veces se les asignan papeles protagónicos. La primera historia que se expone es la de Ricardo Limón, “Ricky” quien es una persona con trisomía 21, Una de sus compañeras hará el papel de su papá y otra el de su mamá. Para ello se disfrazan con máscaras de tela, en las mismas tonalidades que el vestuario. Al nacer Ricky, su padre los abandonó a él y a su madre, quien al ir creciendo el niño lo vistió con un gorro con olanes y lo amarró con una cuerda. De ese modo se hace manifiesta la constante infantilización de personas con estas condiciones y que continúa pasada la mayoría de edad. Las madres suelen aferrarse al cordón umbilical imaginario que las une a sus hijxs con diversidad funcional.

De nuevo se explorará desde el escenario el dilema de la sexualidad, en una escena donde Ricky aprovecha las noches y descuidos de su mamá para ver contenido para adultos en la televisión, en vez del programa matutino de títeres. La necesidad de independencia se expresará una vez más cuando Ricky reclama a la madre que lo deje ser adulto y, en un gesto de rebeldía, se quita la cuerda.

La liberación de estos cuerpos sucede en espacios de convivencia, como centros nocturnos donde se baila y se liga. Los integrantes del elenco se presentan al ritmo de música electrónica tocada en vivo por la banda, bailando como si estuvieran en un antro. Luego salen a buscar pareja entre la audiencia. Este gesto generoso se da con la solicitud de anuencia de las personas interpeladas, que no serán forzadas a participar si no lo desean. El respeto no se limita a la voluntad de la persona de ser o no llevada al escenario, sino también el derecho de su cuerpo de no ser tocadxs sin permiso.

El baile se convierte en una oportunidad de ligue y con ello vienen las preguntas que todxs nos hacemos alguna vez. ¿Hay alguna diferencia entre las inseguridades que asaltan a personas con y sin diversidad funcional? ¿Me quiere o no me quiere?  ¿Le caeré bien? ¿Tendremos tema de conversación? ¿Le gustará mi cuerpo? ¿Me desea?

Dea Molina, integrante del elenco que es usuarix de silla de ruedas, se posiciona al centro del proscenio de cara a la sala, con una bolsa de papitas que prepara con salsa y limón. Nos cuenta una experiencia donde se invadió la intimidad de su cuerpo. Aún con el dolor que esto representa, clama su derecho a vivir su vida y su cuerpo como le gusta, sin necesidad de dar explicaciones o responder a los estereotipos de normalidad, no solo desde su diversidad funcional, sino también desde su identificación como persona no binaria. ¡Libertad de los cuerpos!

Los cuerpos diferentes… o raros, como resignifica la obra este concepto, no han sido incluidos en los diferentes espacios sociales. Ya sea sexoafectivos e incluso educativos. Esto abarca también aquellos donde se enseñan las artes escénicas. Los espacios de formación artística no están preparados ni curricular ni pedagógicamente, tampoco en su infraestructura, para recibir a personas con diversidad funcional, por lo cual se limita también su acceso al arte y la cultura.

Iniciativas como el colectivo Pies Hinchados, que está formado en su parte creativa por personas sin discapacidad, buscan abrir brecha no sólo para crear espectáculos donde se traten temas relacionados con la diversidad funcional, sino también abrir oportunidades para que ellxs puedan estar sobre un escenario y contar sus historias. El teatro, como reflejo del mundo tiene una obligación pendiente con ellxs. La discapacidad no viene del cuerpo, sino de nuestras comunidades, incluido el teatro, que pone barreras hacia la inclusión y dificulta el diálogo desde la diversidad.


Dirección: Gabriela Pescador

Elenco: Eduardo Sandoval, Ricardo Limón, Estefania Lagos, Luis Córdova y Dea Molina.

Ensamble musical: Virginia Vargas, Valeria Guzmán, Luis Mendoza y Kenji Kishi.

Producción: Luis Córdova

Dirección musical: Kenji Kishi

Dirección coreográfica: Estefanía Lagos

Proyección y animación: Adiós al futuro/ Selene González y María Magaña

Elaboración de máscaras: Grisel Gómez

Iluminación: José García

Vestuario: Neri Núñez Costume Design

Títeres y utilería: Agni González

Presentada el 13 de noviembre de 2023 en el Teatro Experimental de Jalisco

Duración: 55 minutos


Fotografías de Enrique Gorostieta y Raúl Kigra